A medida que uno va viviendo las cosas y se tropieza una y otra vez con la misma piedra, aprende. Yo aprendo, entiendo que no todo es como parece, que la gente cambia, que tiene sus propios própositos que aunque cueste creerlo, no son los mismos que los nuestros. Comprendo también, que la gente tiene cierta maldad dentro suyo, la tengo yo como la tenemos todos, pero que no todos la manifiestan, me cuesta entender que no todos son como uno, que no siempre se puede caer con buenas personas, que estamos rodeados de falsedad, de mentira, de odio, de envidia, y que la solución no es ser como ellos, sino seguir siendo uno mismo, no amalgamarse en ese fango sucio, no devolver lo mismo que te dan, hay que seguir siendo fiel a los ideales que uno tiene en mente aunque duela, cuando las cosas se hacen con una intención noble, nada puede salir totalmente mal. Aquellos que juegan con las personas, ya sea con sus sentimientos, con su bondad, con sus creencias, siempre terminan pagando su error, aunque notemos que ellos son felices, y nos preguntemos cómo hacen para sonreir gracias a cagar a la gente más de lo normal, en su interior están vacíos, les duele alma, les pesa la conciencia, no vale decir que las cosas se pagan en arriba, nada tiene que ver la religión con eso, no se sabe si ellos van a pagar con el daño de otros, de lo que si estoy casi segura, es de que ellos mismos se hacen pagar sus errores, sin darse cuenta, pero los pagan, más caro que si alguien se los cobrara. Una persona no hace las cosas que hace porque sí, y por eso los corazones tampoco se endurecen porque sí.
Natilu