jueves, 17 de julio de 2008

Para que mi culpa se vaya con el sol.

Yo sé que fieros y hambrientos
dos ojos sentí clavados,
siguiendo van tus cuidados,
miradas y movimientos.
Por más que sigan atentos
los giros de tu pasión,
podrá ser que la ocasión,
sin aprovechar se quede.
Pues vigilarte no pueden
las telas del corazón.
Pues vigilarte no pueden
las telas del corazón.
Yo sé que el labio de un hombre,
por tu amor capaz de todo,
recoge a montones lodo,
para volcarlo en mi nombre.
Me callo sin que me asombre
la bajeza de su acción,
de su vil difamación,
si queda rastro, que quede.
Yo sé que manchar no puede
mi nombre en tu corazón.
Yo sé que manchar no pueden
mi nombre en tu corazón.
De ojos, mano y labio impío
apostados en acecho,
para robarte del pecho,
tu corazón todo mío.
Lucharán en el vacío,
sin lograr su pretensión,
hasta que de mi pasión
liberada por Dios se quede.
Porque ni tú misma puedes
mandar en tu corazón.
Porque ni tú misma puedes
mandar en tu corazón.


Almafuerte, LPDA