lunes, 25 de agosto de 2008

LPdA 29 de agosto,.

Ella buscaba en su armario,
porque había perdido la razón.
Yo exprimía diccionarios
para poder hacer una canción.
No me acuerdo muy bien
cuántos besos dejamos en cada esquina,
pero imposible olvidarme,
de aquel cuarto donde aquella noche subió...
la adrenalina.
Se juntaron Rosario y la Capital,
se juntaron el bien y el mal,
se juntaron dos almas en una sola
se juntaron Sabina y Piazzolla.
Se juntó una religión que era puro corazón,
con otra que nunca existió.
Se juntaron dos camas y no alcanzaban,
para tanto fuego, tanta acción...
Tanto descontrol.
Elegimos el colchón más chico,
y pareció de dos plazas,
cuando el colchón terminó bienvenido fue el piso
del comedor de su casa.
A cada beso caía una estrella,
cada arañazo calmaba el dolor,
cuando me acuerdo de ella,
levanto mi vaso y brindo,
adonde quiera que estés
por nuestra canción.

Juguemos.

Sigo cerrando puertas a personas que no tenía ningún tipo de interés en cerrarles, pero lo justo es lo justo, y si algo te hace más felíz, porqué quedarte con aquello que te lastima, o que no te conviene, no la conveniencia material, a la conveniencia sentimental, se entiende la idea. De todas formas uno nunca está seguro si jugar su mejor carta, se está jugando su todo, lo más importante que tiene, no es tan fácil aunque la otra persona te brinde la seguridad de no perder, si te caíste no es tan fácil volver a ponerte los patines, otra vez no quiero patinar. Yo me arriesgo, me arriesgaría, me gusta la adrenalina, y si ya estoy jugada, ¡A jugar entonces!, ¿Tengo algo más que perder?, y si, pero no importa, ¡A jugar entonces!.


Natilu.


Molesta molesta molesta.